jueves, 12 de julio de 2012

El Agotamiento - Artículo de Daniel Chevriau


“Debemos comprender que hay momentos en los cuales la única labor que se nos es concedida es mantenernos con vida.  Tenemos la tendencia a creer que nuestra existencia tiene sentido solamente cuando estamos ocupados al tope de nuestras capacidades, pero hay ocasiones donde no está mal, por el contrario es necesario, detenernos un poco y recuperar las fuerzas que nos permitirán tener una efectividad a largo plazo en lugar de consumirnos en esfuerzos de corta duración” (De mi libro “El Agotamiento: Palabras de aliento para personas cansadas”)

Si tomamos dos velas de igual tamaño y a una de ellas la preparamos para que tenga dos puntas para quemar y por medio de un alfiler le colocamos un “eje” exactamente a la mitad de su longitud el cual esté apoyado sobre un par de elementos que permitan su movimiento y luego las encendemos, descubriremos algunas cosas llamativas. La vela normal arderá como suelen arder todas las velas que conocemos y se consumirá dentro de lo previsible; pero la vela preparada especialmente será muy diferente: 1) Dará más luz porque tiene dos focos encendidos, 2) Por causa de ciertos fenómenos físicos comenzará a moverse y en ocasiones a girar sobre su eje y 3) Se consumirá muy rápidamente, posiblemente cuando la vela normal solo haya derretido un 15 o 20% de su longitud ¿Cuál es la lección objetiva que podemos aprender por medio de este experimento? Si prendemos una vela de las dos puntas vamos a tener más luz pero la vela se consumirá más rápido.

Vivimos en un mundo donde  se perdió el sentido común, por lo cual la mayoría de los habitantes de este pequeño planeta corremos una carrera sin sentido para tratar de llegar no sabemos exactamente adonde sin medir si nuestro frágil envoltorio está capacitado para resistir el esfuerzo. Creamos metas, plazos, agendas, demandas, horarios, reuniones, actividades, etc. como si fuéramos inmortales y realmente todo dependiera de nosotros.

Es interesante que solemos pensar que este es un problema de la vida moderna y que el stress es una enfermedad relativamente novedosa, cuando verdaderamente no hay nada nuevo bajo el sol y por condición humana hace más tiempo del que nos imaginamos que los seres humanos caemos en este error tan común que no hace diferencia de épocas y circunstancias.

Santiago describe a Elías como un “hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras” (Santiago 5:17). Nos cuesta muchas veces superar la barrera del tiempo, la distancia y la lectura para hacernos una composición de lugar y desentrañar quienes eran en verdad los personajes de la Biblia. En este caso, sabemos que Elías vivía y sentía como lo hacemos nosotros lo que implica que si hubiéramos estado en su lugar seguramente nuestras reacciones no hubieran sido diferentes a las suyas.

Hay un momento crucial en la vida de este profeta que plantea una paradoja ya que muy poco tiempo después de su mayor victoria pública Elías “se sentó debajo de un enebro, y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres” (1 Reyes 19:4)

Estas palabras del profeta son conocidas como “la oración del deprimido”.  Manifiestan un alto grado de desesperanza al punto en que desea la muerte y cancelar de esta manera todos sus sueños y expectativas antes que seguir sufriendo aquello que tanto lo aquejaba.  La pregunta del millón es ¿Por qué llegó Elías a esta situación?

Si observamos detenidamente el proceso previo (en 1 Reyes 18:1-19:4)  nos daremos cuenta que Elías estaba sumamente agotado porque había tensado la cuerda mucho más allá de lo razonable.
  • Desde Sarepta, caminó unos 80 kilómetros hasta el Monte Carmelo
  • En ese lugar tuvo un largo día de tensión y exposición pública enfrentando al pueblo, Acab, los sacerdotes de Asera y los profetas de Baal, al final del cual tuvo una resonante victoria
  • Inmediatamente se hizo cargo personalmente de degollar a cuatrocientos cincuenta hombres junto al arroyo de Cisón que se encontraba cercano al Monte Carmelo
  • Después de esa cruenta actividad subió a la cima del monte (unos 700 metros sobre el nivel del mar) para orar a Dios y esperar la lluvia que traería el fin de la sequía
  • Desde allí corrió delante de Acab hacia Jezreel que se encontraba a unos 30 kilómetros hacia el Sur Oeste
  • Por último, recibió la noticia de que Jezabel iba a procurar matarlo, y huyó 160 kilómetros hacia el Sur hasta llegar a Beerseba donde dejó a su criado
  • Para terminar su agotadora travesía caminó un día entero por el desierto del Neguev que era una región seca y árida donde finalmente encontró un pequeño arbusto bajo el cual se cobijó para encontrar un poco de sombra y refrigerio

Fue precisamente en ese momento y lugar donde Elías expresó sus sentimientos al Señor: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres (1 Reyes 19:4)

Una serie de actividades encadenadas con un alto grado de exposición pública destrozaron física, anímica y espiritualmente a quien se había presentado ante los israelitas como un gigante de la fe. La Biblia dice que humanamente hablando nosotros no somos diferentes al profeta nacido en Tisbe.

Al observar algunas de sus decisiones nos damos cuenta que sufrió cuatro síntomas principales por causa del agotamiento:

1.   Perdió la Perspectiva real de las cosas: El texto bíblico dice “viendo pues el peligro” (1 Reyes 19:3), lo que sencillamente implica que empezó a “ver” cosas que antes no le preocupaban.  Es como Pedro quien al salir de la barca “vio” el viento, quitó su mirada del Señor y comenzó a hundirse en las aguas donde segundos antes se encontraba milagrosamente caminando.  Un agotado sencillamente pierde la fe porque cree en el fondo que si él no hace todas las cosas nadie podrá hacerlo en su lugar. 
2.  Perdió las Prioridades que le daban razón de ser a su existencia: La Biblia dice que simplemente “se fue”.  Vio el peligro y trató de poner distancia sin importarle que horas antes la victoria se había ganado y su presencia era necesaria para afirmar a un pueblo confundido.
3.     Perdió los Principios que lo habían sostenido hasta ese momento: Cuando “vio el peligro” y “se fue” lo hizo para salvar “SU vida”.  Todo el tiempo dedicado a servir a otros se borró de un plumazo y repentinamente se convirtió en un ser egoísta solo preocupado por sus propios intereses.
4.     Perdió los Proyectos que eran la motivación para su vida: Cuando se recuesta bajo aquel arbusto y le pide a Dios que le quite la vida solamente está expresando el sentir de su corazón: No hay razón para seguir.

Es evidente que los efectos del agotamiento son reales y desalentadores, pero la historia de Elías no termina en este punto, por el contrario, descubrimos que Dios tiene métodos eficaces para restablecer a quien se encuentra en esta condición.

  1. Le hizo recuperar la Perspectiva: ¿De qué manera? El texto bíblico dice que Elías se quedó dormido debajo del arbusto y que Dios envió un ángel para que le llevara agua y comida.  El método más simple y eficaz para recuperarse de un agotamiento extremo se encuentra detallado en 1 Reyes 19:5-7: comer, dormir, cuidado, volver a comer y dormir.  Nos parece imposible detener el tiempo y dedicar un espacio para que nuestro ser se recupere en un proceso natural de descanso, pero el secreto de una vida sana y productiva es el fruto de períodos de actividad y espacios donde cuidamos la “máquina” que nos permite tener dicha actividad.
  2. Lo llevó a un lugar donde pudiera recordar sus Prioridades: Elías tuvo que caminar más de 300 kilómetros para llegar al Monte de Dios y cuando llegó a aquel lugar la pregunta que Dios le hizo fue desconcertante: “¿Qué haces aquí Elías?”. El tema real era: ¿Cómo llegaste al punto de perder el rumbo que estás a 300 kilómetros de donde te era necesario estar? Elías atribuyó todo a circunstancias ajenas que lo transformaban en víctima y no en responsable.  Dios trató con el problema de Elías dándole una visión real de Su Presencia ante la cual finalmente quedó sin respuestas.
  3. Luego lo enfrentó de tal manera que pudiera restablecer sus Principios: Después de un proceso de recuperación física y espiritual el profeta necesitó un cambio de mente.  Dios habló en el silbo delicado y le encargó caminar más de 600 kilómetros hacia Damasco.  El Señor nunca respondió a los argumentos del profeta sino que trató de llenar sus pensamientos de nuevas realidades.  Dios iba a darle una nueva oportunidad a Elías pero para eso era necesario que interiormente cambiara radicalmente para bien.
  4.  Finalmente lo llevó a renovar sus Proyectos: Hasta ese momento Elías creía que sus sueños habrían de morir con él, pero Dios le recordó que siete mil personas en Israel eran sus fieles seguidores, por lo cual su causa no estaba perdida y luego le encomendó ungir reyes y a Eliseo como profeta en su lugar. Elías había luchado con la idea de ser la persona imprescindible, Dios le enseño que por el contrario su existencia tenía razón de ser si marcaba un camino que otros deberían transitar…

La mayoría de la gente pasa por este mundo como una estrella fugaz: su luz brilla brevemente y su impacto es de corta duración.  Otros por el contrario le dan a las cosas el verdadero valor y hacen de su existencia algo que deja marcas indelebles para las generaciones futuras.  En el tiempo del “ahora” y del “ya” sería bueno que algunos decidiéramos vivir con sabiduría y entendiéramos que una vela que se quema de las dos puntas da más luz pero se consume más rápido.

“El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.  Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (Isaías 40:29-31)

Daniel Chevriau
Ministerio Dar Esperanza

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