Leer Salmo 67
Charles Spurgeon dice en referencia
al autor de este Salmo: “No se da nombre de autor, pero sería muy atrevido
el que intentara negar que fue escrito por David”. El estilo y el propósito
de esta canción nos hace pensar que detrás de la pluma con que fue escrito no
podría encontrarse otro que no fuera “el dulce cantor de Israel”
El salmista pide
Prosperidad…
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“Dios tenga misericordia de nosotros y nos bendiga; haga resplandecer su rostro sobre nosotros” (Salmos 67:1)
Partiendo de la misericordia surgen
todos los favores celestiales que el hombre necesita. No hay bendición mayor que
haber sido aceptado por Dios y a través de Su Perdón tener la Esperanza de la
Vida Eterna. A partir de ese punto toda la existencia humana toma su verdadera
razón de ser y es posible descubrir el Propósito por el cual fuimos
creados.
El salmista no hace un planteo
egoísta o personal sino que busca el bienestar de este encuentro con Dios para
quienes se encuentran en su alcance de influencia, es por eso que ruega por
“nosotros” y no por sí mismo. Un hijo de Dios vela por las almas que
están a su cuidado como el Rey de Israel clamaba por Su Pueblo…
Ese pedido tiene un Propósito…
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“Para que sea conocido en la tierra tu camino, en todas las partes tu salvación… Te alaben los pueblos, oh Dios; todos los pueblos te alaben” (Salmos 67:2-5)
Como bien lo expresa en su comentario
Mathew Henry: “Para que sea conocido en la tierra tu camino, es decir, la
forma en que te conduces con nosotros, a fin de que también ellos te alaben y
glorifiquen”
Al decir el salmista “tu
camino” se refiere específicamente a Su Voluntad expresada por medio de Su
Palabra y Sus Obras. Conocer la Misericordia de Dios es el punto de partida para
que nos transformemos en testigos de Su accionar en medio de un mundo
necesitado, es por eso que El Señor Jesucristo dijo claramente a sus
discípulos: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda
criatura” (Marcos 16:15)
El resultado final es una
Proyección…
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“La tierra dará su fruto; nos bendecirá Dios, el Dios nuestro… Y témanlo todos los términos de la tierra” (Salmos 67:6-7)
“Nunca amamos bien a Dios hasta
que sabemos que es nuestro, y cuanto más le amamos, mas anhelamos estar
plenamente seguros de que es nuestro. ¡Qué nombre más querido podemos darle que
el de “Dios mío”! La esposa, en los Cantares, nunca tiene palabras más dulces
que “Mi Amado es mío y yo soy suya” (Charles Spurgeon)
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“Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; Él nos guiará aun más allá de la muerte” (Salmos 48:14)
Pertenecemos a Dios y Dios nos
pertenece, y “porque habéis sido comprados por precio; glorificad pues, a Dios
en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Corintios
6:20). Esta es la razón por la cual no solo somos el objeto del Amor y la
Bendición de Dios sino también un canal por medio del cual Él pueda ser conocido
en este mundo. Todas las Promesas de la Biblia son seguras, el problema es que
la mayoría de la gente desconoce y rechaza Su Plan y Su Propósito. Nuestra
función es ser “la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se
puede esconder… Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean
vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los
cielos” (Mateo 5:14-16). Un hijo de Dios debe ser la manifestación objetiva
y práctica de la Gracia y la Misericordia de Dios…
Recordemos: La
Misericordia de Dios tiene su expresión más perfecta en una vida transformada
por Su Gracia…
DECH
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