jueves, 12 de julio de 2012

Sin egoísmos

La nota hablaba de declaraciones contundentes y luego desmentidas absurdas y aún ridículas como medida de protección personal ante las posibles represalias políticas que atraerían sus dichos. Decía así con respecto a los involucrados: “los intendentes quieren a... pero más se quieren a sí mismos”

En el marco de defender o dejar librado a su suerte a un personaje que “los ayudó a ganar sus puestos, los defendió de incursiones de... en sus territorios” afirmaba que “lo aprecian pero prefieren defender sus posiciones”


Esto muestra una vez más el egoísmo natural del ser humano. Cada uno busca y mira por lo suyo propio. Sobre esto nos enseña y advierte la Palabra de Dios:


  • “Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo, no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” (Filipenses 2:1-4)

También Adán actuó egoístamente, pues cuando debía dar cuenta de sus acciones dijo:

  • “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí” (Génesis 3:12)
El egoísmo lleva a tener sentimientos, y en consecuencia actitudes equivocadas y dañinas:
  • “Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores...” (2 Timoteo 3:2-4)
  • “Necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia” (Romanos 1:31)
Al trabajar en la Obra de Dios, debemos aplicar algunos principios que ayudarán a llevar a cabo sin problemas lo que se nos haya encomendado:
  • “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardad la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos” (Efesios 4:1-6)

Siempre daremos a los demás aquello que hay en nuestro interior. Si hemos recibido algo bueno de Dios, y verdaderamente lo hemos recibido, retribuyamos de igual manera hacia nuestros semejantes:

  • “Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo conforme a la voluntad de nuestro Dios” (Gálatas 1:3-4)
  • “Pero el generoso pensará generosidades y por generosidades será exaltado” (Isaías 32:8)
Recordemos: El Señor nos dio todo... la mejor manera de retribuirle y agradecerlo es siguiendo su ejemplo.


TBS

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