Leer Salmo 69
“Este Salmo ha sido en general
considerado como mesiánico. No hay porción de las Escrituras del Antiguo
Testamento que sea mencionada con mayor frecuencia en el Nuevo, con excepción
del Salmo 22” (Stewart Perowne)
Algunos comentaristas atribuyen este
Salmo a David, tal como está mencionado en el título, mientras que otros piensan
que fue escrito por Jeremías. Más allá de esto, lo cierto es que mucho de este
Salmo es aplicado a Cristo y sus sufrimientos por los escritores del Nuevo
Testamento, aunque en un sentido más amplio también puede expresar los
sentimientos de un creyente que está siendo horriblemente perseguido.
Podemos ver en él tres aspectos
básicos de un sufriente:
Su Condición…
-
“Sálvame, oh Dios, porque las aguas han entrado hasta el alma. Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo hacer pie…” (Salmos 69:1-12)
Al comentar este Salmo y haciendo
referencia al Señor Jesucristo, Charles Spurgeon decía: “La angustia
corporal no es su queja principal; empieza no con la bilis que le amargaba los
labios, sino con la aflicción poderosa que partía su corazón. Todo el mar que
se halla fuera de un navío es menos de temer que el que se encuentra dentro. En
todo esto Él simpatiza con nosotros y es capaz de socorrernos, como cuando Pedro
empezó a hundirse y gritó: ¡Señor, sálvame que perezco!”
La angustia de un alma herida es un
dolor mayor que los que aquejan el cuerpo, pero Aquel que sufrió en cuerpo y
alma puede entendernos y ayudarnos a sobrepasar cualquier trance por más
terrible que este parezca…
Su Consuelo…
-
“Pero yo a ti oraba, oh Jehová, al tiempo de tu buena voluntad; Oh Dios, por la abundancia de tu misericordia, por la verdad de tu salvación, escúchame… Mas a mí, afligido y miserable, tu salvación, oh Dios, me ponga en alto” (Salmos 69:13-29)
La miseria necesita de misericordia
ya que cuando se multiplican los quebrantos solo la abundante Gracia de Dios es
suficiente… Como dijera Charles Spurgeon: “Todo lo que necesita el que sufre
es que Dios se halle cerca; una sonrisa del cielo va a calmar la furia del
infierno”
Su Confianza…
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“Alabaré yo el nombre de Dios con cántico, lo exaltaré con alabanza… Buscad a Dios y vivirá vuestro corazón, porque Jehová oye a los menesterosos, y no menosprecia a sus prisioneros…” (Salmos 69:30-36)
El salmista presenta una breve
secuencia donde expresa su confianza en medio de las pruebas y el efecto que eso
produce en otros…
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“Alabaré yo el nombre de Dios…Y agradará a Jehová…”
-
“Lo verán los oprimidos… Y se gozarán…”
-
“Buscad a Dios… y vivirá vuestro corazón”
Esto se llama llanamente “causa y
efecto”. Si estamos dispuestos a tener la respuesta correcta ante las
adversidades, veremos el efecto transformador que resulta de esa buena
actitud…
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“…porque también Cristo padeció por nosotros dejándonos ejemplo para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente” (1 Pedro 2:21-23)
Recordemos: Una
sonrisa del Cielo cambia el dolor en esperanza…
DECH
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